La importancia de los ojos para la audición

14.04.2011 18:40

La importancia de los ojos para la audición

 

Las dos investigaciones que presento, van detrás de la explicación del conocido “cocktail party effect”, un efecto de adaptación del oído que nos permite estar atento a una conversación lejana con un nivel de ruido medio. Hay parte del mensaje que lo escuchamos y otro que nuestro cerebro lo intuye o proporciona las palabras para que tenga sentido. Desconocemos como nuestro cerebro llega a entender este mensaje pero cada día nos acercamos más a conocerlo.


Según un estudio reciente, se ha descubierto que las pupilas se dilatan en respuesta a los sonidos que percibimos. El estudio muestra una posible relación entre el movimiento de los ojos y la capacidad auditiva.


El estudio se ha realizado primero con búhos y demostraba que sus pupilas se dilataban en respuesta al volumen del sonido que recibían. Posteriormente se realizó en humanos, en la Universidad de Oregón (EE.UU.), con 22 participantes que escuchaban diferentes sonidos y se registraba el movimiento de los ojos. Los investigadores observaron que cada vez que se introducía un nuevo sonido, las pupilas cambiaban de tamaño en proporción al volumen del sonido. Los resultados fueron comparados con pruebas de audiometría en la que se obtuvieron respuestas similares.

 

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Otro estudio, que ratifica a otros trabajos similares en la misma línea y publicado en la revista PLoS ONE, explica la importancia de seguir a las fuentes de sonido, que nos interesan, con la mirada para escucharlos mejor. Por ejemplo, si estamos en una habitación ruidosa escuchamos entre un 10 y un 60% mejor una conversación si vemos la cara de las personas que hablan.


Nuestro cerebro usa la información visual del movimiento del rostro y los labios de otras personas para ayudarnos a interpretar lo que escuchamos. “Todos sabemos leer los labios, aunque no seamos conscientes”, explica Wei Ji Ma, coautor del estudio. Esto es especialmente importante si la calidad del sonido no es muy buena y nuestro cerebro tiene que hacer un esfuerzo en la reconstrucción del mensaje.

 

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Según Ma, sus recientes experimentos les han ayudado a entender cómo el cerebro integra los estímulos sonoros y visuales para llegar a una conclusión. “Imagina que eres un detective”, dice el investigador. “Tienes dos testigos de un crimen. Uno es muy preciso y fiable (el sonido), el otro no tanto (lectura de los labios). Coges información de algo y sopesas la credibilidad de ambos para saber qué ha pasado”. En cierto modo, el sonido y la lectura de los labios funcionan de esta manera, añade el científico.

Preguntas frecuentes

¿Por qué la voz me suena diferente en una grabación?

El sonido puede llegar hasta el oído interno por dos sendas diferentes, que pueden, a su vez, afectar lo que percibimos. Los sonidos que el aire transmite son conducidos a través del canal auditivo externo, el tímpano y el oído medio hasta la cóclea, una espiral llena de liquido que se encuentra en el oído interno. En cambio, el sonido transmitido por vía ósea alcanza la cóclea directamente, a través de los tejidos de la cabeza.

Al hablar, la energía sonora se difunde por el aire que nos rodea y llega hasta la cóclea a través del oído externo, por conducción aérea. Pero el sonido también viaja directamente desde las cuerdas vocales y otras estructuras hasta la cóclea, y las propiedades mecánicas de la cabeza refuerzan las vibraciones de baja frecuencia, de tonos más graves. La voz que oímos cuando hablamos es la combinación del sonido transmitido por ambas vías. Cuando escuchamos una grabación de nuestra propia voz, se elimina la senda de conducción ósea, que nosotros consideramos parte de nuestra voz “normal”, y solamente oímos la componente transmitida por el aire, aisladamente, que no nos es familiar. Podemos experimentar el efecto inverso taponándonos los oídos, con lo que solamente oiremos las vibraciones conducidas por los huesos.

 Algunas personas sufren anomalías del oído interno, que intensifican tanto la sensibilidad al componente de transmisión interna, que el sonido de su propia respiración les resulta agobiante, y pueden llegar incluso a oír el movimiento de sus ojos en las órbitas.

 

Thimoty E. Hullar. Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, San Luis.
Articulo publicado en Investigación y Ciencia Nº 390

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